"Una lagrimita se me caía por la mejilla mientras avanzaba con mi Ford Scort, hay días en los que la vida te sonríe", comentaba un emocionado Frutos tras esta gesta.Fruto -nunca mejor dicho- de esta euforia, ha decidido montar una fiesta en una conocida discoteca de la ciudad para celebrar este inusual hecho en la que "no faltarán gogós, whisky del bueno y muchas sorpresas".
Hoy Frutos es un hombre feliz, y todo gracias a la luz de dos semáforos traicioneros.
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